
¿Cómo es que nos aguantamos las mujeres tantas cosas?… pensaba yo al salir del consultorio de la ginecóloga. Y es que cada día aprende una algo nuevo, ahora resulta que el estrés se nos nota hasta en la vagina, óigame. Ajá, así como lo leen; eso me dijo la galena en cuestión mientras me tenía a piernitas al aire a la vez que charlaba conmigo como si estuviésemos en una mundana tertulia de café; con la diferencia de que de cuando en cuando farfullaba algunos terminajos ginecológicos ininteligibles.
Ya enrielada en el punto, le pregunté en qué se basaba para decir todo aquello; “Fácil”, me dijo. “He visto a lo largo de los años vaginas por doquier, así que cuando una mujer que viene a mi consultorio por ciertos malestares, pero me dice que todo va bien y de maravilla en su vida, no le creo mucho; basta con revisarla para saberlo. Y no me refiero al estado físico, sino al emocional; son diferentes las formas en que se contrae.”
“Las mujeres, por naturaleza y más en culturas como la nuestra, se guardan muchas cosas y no las dicen, pero su vagina no miente.“
A algunos les podrá sonar raro o hasta gracioso, pero la realidad galopante es que tenemos Yonis (vaginas) endurecidas, algunas quizá hasta por años; vaginas que han recibido solo Lingams (a.k.a. penes) inconscientes, que entran con una dureza a veces agresiva (y eso no tiene nada que ver con que te quieran mucho o poco); la relación es diferente al sexo.
Y es que nadie nos enseñó a leer el cuerpo, a relacionarse desde el corazón.
Generalmente, todo es placer meramente genital, literalmente vaginas utilizadas solo para frotarse, masturbarse y descargarse. Y unas que terminan hasta con los músculos duros, ahí, incapaces de dar placer y mucho menos sentirlo.
¿Cómo nos afecta esto? Probablemente, reconozcas síntomas como ansiedad, depresión, ira, irritabilidad, cambios de humor y frustración. Pero también puede afectar tu nivel de energía, apetito, memoria y concentración.
¿Y qué hacer para remediar tal desajuste?
Primero, si hay molestias meramente físicas como resequedad, dolor o hasta infecciones, hay que irse de inmediato al ginecólogo, y para mantener el estrés a raya, un masajito erótico o un masajito yoni —literalmente un masaje de vulva pues—, este lo puedes tener ya sea con tu pareja o bien, si te quieres poner seria en el asunto, contratando a algún profesional.
En fin, interesante, pensé yo, quedando sumida en un estado de ociosa reflexión mientras miraba las condecoraciones y diplomas de la mencionada galena en la pared.
Que los ánimos a la baja de estos días se nos noten en el semblante es una cosa; una puede poner cara de falsa felicidad cuando se requiere y no hay problema alguno, pero allá en salva sea la parte, ahí sí que está difícil.
Ahora resulta que, además de los niños y los borrachos, ahora también las vaginas dicen la verdad…